«El Legado de María Magdalena» es un libro atemporal, que ha marcado un antes y un después.

Muchos son los libros que se han publicado sobre Jesús y María Magdalena, pero este libro ha aportado las evidencias físicas y los argumentos que demostrarían la relación marital entre ambos, así como su descendencia.

Después de más de 20 años, sigue siendo el libro de referencia de toda persona estudiosa o seguidora de la figura de María Magdalena.

Cientos de entrevistas en prensa, radio y televisión, en todo el mundo, avalan la relevancia del presente libro.

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portada legado maría magdalena-web

¿Por qué se ha intentado ocultar la evidencia que supuso la casi total exterminación de los «Cátaros» también llamados «Els Bons Homes» o el motivo que más tarde supuso la disolución de la Orden de los Caballeros del Temple, cuyos miembros fueron perseguidos y quemados vivos en la hoguera?

¿Qué evidencia era tan grave para la Iglesia que haría temblar sus cimientos?

El autor de este libro ha conseguido descubrir lo que podría suponer la mayor evidencia encontrada hasta ahora, de lo que posiblemente, sea considerada la herejía más perseguida de la historia.

Mucho se ha escrito y comentado sobre la relación de Jesús el Nazareno y María Magdalena, cientos de hipótesis han hecho correr ríos de tinta, pero, sin embargo, hasta ahora nadie había logrado encontrar una evidencia como la que se muestra en el presente libro. Una historia que no dejará a nadie indiferente.

                                                                                               SINOPSIS:

«El autor describe como después de recibir una información a través de un enigmático personaje, sobre la figura de María Magdalena, este se ve envuelto en una serie de investigaciones que le llevarán a viajar por casi todo el norte de España y el sur de Francia, hasta encontrar las pruebas o evidencias físicas que demostrarán la verdadera relación de María Magdalena con Jesús.

El lector se adentrará en el siglo I, conocerá de primera mano lo que ocurrió tras la crucifixión de Jesús, conocerá lo que les ocurrió entonces en Palestina a los familiares, amigos y discípulos de Jesús hasta desembocar en el viaje que llevó a María Magdalena embarazada de Jesús hasta la Galia (sur de Francia).

Por boca de María Magdalena, el lector conocerá todas aquellas palabras y mensajes de Jesús que la Iglesia ha ocultado y así mismo, conocerá el verdadero mensaje y motivo de la relación de Jesús y María Magdalena.

El autor conjuga el pasado y la historia hasta nuestros días, donde después de exhaustivas investigaciones, conseguirá por fin descubrir las tan buscadas y deseadas evidencias físicas que demuestren la relación marital y descendencia de Jesús y María Magdalena. Un libro en el que el trabajo expuesto, no dejará a nadie indiferente.

                                                                                         (Extracto del libro)                                                             

                                                             MYRIAM DE MAGDALA Y YESHÚA EL GALILEO

                                                                           EL RELATO DE PONCIO PILATO

El emperador Tiberio había oído hablar de los hechos prodigiosos llevados a cabo por un judío, al que todos llamaban Yeshúa el nazareno, —un nombre poco común entre los judíos— natural de Galilea. Pero acababa de ser informado de que el mencionado Yeshúa, había escapado de la muerte, al ser visto de nuevo, resucitado tres días después de haber sido crucificado por orden del Procurador de Judea Poncio Pilato.

Aquello necesitaba una pronta aclaración, ya que, si realmente aquel hombre poseía poderes sobrenaturales, sería capaz de sanar la horrible deformación del rostro del César, que la enfermedad había causado y que sus médicos no eran capaces de curar, así que decidió enviar a un emisario hábil en realizar un relato veraz y detallado, a la vez que fuese discreto y digno de su confianza. Necesitaba conocer si todo lo que se decía sobre aquel judío era cierto, así como averiguar su verdadero paradero, en el caso de que realmente estuviese vivo. Para ello, Tiberio pidió al historiador y escritor Valerio Máximo, —el cual ya había realizado algunos escritos dedicados al emperador— que fuese hasta la provincia romana de Judea, donde encontraría al procurador Poncio Pilato, y presentando la misiva que el propio emperador le había otorgado, éste le facilitaría todo lo neCésario para culminar la misión.

Poncio Pilato se encontraba en su villa palaciega de Tiberiades, en Galilea, junto al lago del mismo nombre o de Genesaret, también llamado mar de Galilea. Allí pasaba la mayor parte del tiempo, ya que su esposa, Claudia Prócula, la cual padecía de una deficiencia respiratoria, prefería aquel clima bochornoso que en la ciudad se respiraba, por su proximidad al lago, al que encontraban en Cesárea, domicilio del procurador en Judea.

Cuando Valerio Máximo llegó a Tiberiades, no tuvo ningún problema en llegar hasta la villa de Pilato, ya que el oficial de la guardia, habiéndose percatado de la presencia de aquel singular personaje, acudió con presteza a atenderle, mientras que envió un emisario al palacete de Poncio Pilato para ponerle al tanto, tal como había dejado ordenado el procurador, a fin de que ninguna visita de Roma le encontrara desprevenido. Así, mientras Valerio Máximo era conducido hasta la presencia de Poncio Pilato, éste ya mostraba cierta impaciencia y quizá temor, por conocer cuáles eran los motivos que habían llevado hasta allí a un directo emisario del César.

Poncio Pilato había dado muestras de su crueldad para con el pueblo judío, al que consideraba inferior como raza, y sus métodos no siempre habían sido del agrado del Senado de Roma, ya que pese a ser el pueblo conquistador, las leyes de Roma estaban por encima de cualquier ciudadano romano, por elevado que fuese su nivel social, y Pilato era consciente de ello.

El nomenclátor del Procurador se acercó a recibir al enviado del César, para mostrarle el camino hasta la estancia donde se encontraba Pilato. Una vez Valerio Máximo entró en los aposentos, con gesto respetuoso y a la vez que se inclinaba ante el Procurador de Judea, le extendió la mano con el rollo de la misiva que le entregase el emperador Tiberio.

—¡Salve noble Pilato! (exclamó Valerio Máximo) …He aquí la misiva que el César Tiberio me entregó para ti.

El Procurador tomó la carta y se detuvo en leerla cuidadosamente, antes de contestar al enviado del César. Parecía que no había demasiados motivos para alarmarse, así que el rostro serio y frío de Pilato, se transfiguró en una amable sonrisa, para contestar:

—¡Salve Valerio Máximo! …he oído hablar de tus escritos, realmente hacen honor a la divinidad del césar Tiberio, y hasta mi sobrino el tribuno Gaius utiliza tus enseñanzas para adornar sus exposiciones en el Senado de Roma.

Era evidente que Poncio Pilato deseaba complacer a Valerio en la medida que le fuera posible, aunque él mismo no sabía cómo podría hacerlo.

—El César me pide que ponga a tu disposición los medios necesarios para que te sea posible conocer los hechos acaecidos recientemente en Judea, sobre todo, hace hincapié en Jesús el nazareno… (expuso Pilato, confirmando la misiva de Tiberio), pero me temo que no voy a poder complacerte del todo, ya que hace poco más de un mes, durante la Pascua Judía, que Jesús fue crucificado… ¡Maldito Caifás! (exclamó con rabia), ¡Sabía que ese fariseo me estaba utilizando, él y ese maldito perro de Herodes Antipas!

—Incluso creo que he vuelto a cometer otro grave error… (refirió Pilato, en voz baja).

—¿A qué te refieres? (respondió Valerio con muestras de interés)

Pilato suspiro profundamente, y después de meditarlo por unos instantes, terció en tono pausado:

—Verás Valerio… Jesús el nazareno, era muy distinto a cualquier otro profeta de los que hayan pisado esta tierra. Cuando se empezó a hablar de los hechos prodigiosos que hacía y de la gran cantidad de adeptos que iba ganando cada día que pasaba, me preocupé de estar informado de sus andanzas, por ello decidí que debía estar al corriente de todas sus actividades y dispuse de los medios apropiados.

—Al principio creía que podía tratarse de otro Mesías, igual como ocurriera 23 años atrás, cuando un tal Judas el Gaulonita, se proclamó el Mesías de los judíos, apoderándose de Séforis, pero como recordarás, fueron derrotados por las centurias romanas, arrasando la ciudad entera y crucificando a más de dos mil judíos, para luego vender al resto de la población como esclavos.

—Algunos de aquellos seguidores de Judas el Gaulonita, los más jóvenes, que lograron huir, han seguido a Jesús, mezclándose entre sus discípulos. Tal es el caso de Simón el Cananeo, un judío rebelde que consiguió escapar y al que hemos estado vigilando, junto con otro zelote amigo suyo llamado Judas Iscariote, quien estuvo íntimamente ligado a Jesús, hasta que decidió traicionarlo ante el Sanedrín.

—Herodes Antipas ha utilizado la presencia de estos zelotes entre los seguidores de Jesús para justificar su procesamiento y ejecución, alegando que pretendía arrebatarle el trono de Galilea.

—Y tú… Pilato, ¿qué opinas al respecto? (interrumpió Valerio) ¿en qué se basaba Herodes Antipas para creer que Jesús quería usurpar el trono?

—Si bien es cierto que, tanto Judas Iscariote y Simón el Cananeo, así como otros tantos zelotes, no han ocultado nunca su convicción de que Jesús fuese el Rey judío y por tanto, el deseado Mesías que libraría a los judíos del dominio de Roma, llegando incluso a instigar al pueblo en Jerusalén, durante la pascua, a fin de que fuese aclamado como Rey de los judíos, no es menos cierto que Jesús el nazareno nunca se había avenido a confirmarlo, es más, lo que el «rabbí» Jesús predicaba, en nada tenía que ver con una revuelta o subversión contra Roma. De hecho, el motivo real de la animadversión de Caifás hacía Jesús, estriba en los oscuros intereses y trapicheos de éste y los sacerdotes del Templo de Jerusalén, los saduceos, que han sido denunciados públicamente por Jesús.

—Pero… entonces, ¿cuál era el motivo por el qué fue crucificado? (cuestionó extrañado Valerio)

—Ah, ¡mi noble Valerio!, ese fue mi primer error… No habiendo hallado culpable al reo, y a fin de contentar a Caifás, ordené que lo azotaran y lo devolví a Herodes Antipas, pensando que, con ello, sería suficiente castigo, pero ese zorro astuto, no tenía ninguna intención de que Jesús siguiera con vida, ya que estaba convencido de que le iba a usurpar el trono. Así que lo envió de vuelta, alegando que Jesús se había auto proclamado Hijo de Dios y Rey de los judíos, por ser el único descendiente de la casa de David con derecho al trono, lo cual suponía una afrenta y un peligro contra Roma, si realmente conseguía acceder al trono de Palestina, unificándolo y levantando al pueblo contra el Imperio romano, siendo aquello delito suficiente para ser crucificado, ya que la sentencia de muerte sólo podía ejecutarla el procurador de Judea. Sabían muy bien lo que hacían, mi noble Valerio, tanto Herodes como Caifás, deseaban la muerte del nazareno, así que urdieron un plan del que no fui capaz de salir…

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