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                                                                                                          SINOPSIS

A través de un fantástico viaje por el Egipto esotérico, el autor describe una serie de sensaciones aparentemente nuevas pero que, de pronto, descubrimos al leerlas que las conocemos, que las hemos sentido alguna vez. ¿Parapsicología, fenómenos del «deja vu», vidas pasadas?: hay de todo eso, pero quizá lo más importante de todo está en el mensaje de autoestima y conocimiento del ser interior.

 “Mi amigo José Luis, autor de este libro… Tiene alma de niño y pluma de adulto. En cada una de sus palabras escritas se aprecian las gotas del sudor derrochado en el desierto, el olor de especias de los zocos y el calor con que Ra bendice cada día a los habitantes de las riberas del Nilo. Pero su libro no es únicamente un viaje a un lugar geográfico, sino a un encuentro con uno mismo.

Dicen las tradiciones herméticas que sólo aparece el maestro cuando el alumno está preparado para recibirle. También la teoría holística asegura que nada aprendemos, sino que tan sólo, tras la preparación oportuna, podemos llegar a recordar lo que siempre ha estado a nuestro alcance y teníamos olvidado».

Manuel José Delgado, Madrid, 20 de junio del 2004

Egiptólogo, escritor e incansable viajero al país del Nilo.

(Extracto del prólogo de Manuel José Delgado)

                                                                              LA ESFINGE Y LAS PIRAMIDES

                                                                                    ¿OBRAS DE ATLANTES?

No había puesto orden en mi cabeza… mientras, inconscientemente, me acerqué a otros objetos que se encontraban en la próxima «estantería».

Observé un recipiente en forma de cubo, de unos 30 cm. de lado, y que parecía transparente.

Y… ¿este recipiente?, (deseaba preguntar)

 Tómalo en tus manos, sopésalo vacío, y después lo vuelves a sopesar lleno de agua, por ejemplo. (parecía que Yossaff, esperaba darme la respuesta con el experimento).

Seguí las indicaciones de Yossaff, tomé el recipiente vacío, lo sopesé, y me pareció que tenía un peso muy liviano, posiblemente por la ligereza del material con el que estuviese confeccionado. A continuación, lo llené con el agua que se encontraba en otro recipiente, lo tomé en mis manos y volví a sopesarlo. Ahora no sé cómo explicarlo, pero el recipiente… ¡pesaba lo mismo que cuando estaba vacío!

 Lo entiendes ahora,… (exclamo Yossaff, suponiéndome acertado)

 Lo siento Yossaff… no te importa que te llame así, ¿verdad? pero tendrás que aclarármelo con algún dato más.

A la primera pregunta: Cierto es, tú lo has dicho, mi nombre es Yossaff, como lo fue tuyo.

Con la segunda cuestión, intentaré ser lo menos técnico posible, ya que, en tu época, aún no se ha descubierto las facultades de las vibraciones en los ultrasonidos, en combinación con la energía magnética de la tierra.

Acto seguido Yossaff, utilizando el fabuloso anillo que llevaba en su mano izquierda, hizo aparecer frente a mí, una especie de pantalla holográfica, en la que se iban a ir representando las distintas respuestas y explicaciones a mis cuestiones.

En primer lugar, apareció una imagen con la misma forma del recipiente que acababa de ver, dicha imagen fue girando sobre sí misma, apareciendo en cada lado, una serie de escritos en forma de jeroglífico —que evidentemente yo no entendía—. Conforme iba progresando la proyección, aparecían otros detalles que se referían a fórmulas técnicas, así como un dispositivo que se encontraba dentro de la composición del material del recipiente, en cada lado del mismo.

Una vez hubo terminado la exposición técnica (por llamarlo de alguna manera), apareció proyectado el recipiente, indicando diversas utilidades.

Así, al ser llenado el recipiente con distintos materiales como: bloques de piedra, metales, o agua y, tras activar el dispositivo, el recipiente podía ser elevado sin ninguna dificultad por cualquier persona, aun cuando las dimensiones del mismo parecieran exageradas, o en caso necesario, elevarse o levitar sobre el suelo.

 ¿Lo comprendes ahora mejor? (me indicó Yossaff, sin darme tiempo a responder).

El recipiente, no es más que el límite de la materia, que deseamos aliviar de la fuerza de la gravedad terrestre.

El mecanismo que has visto integrado en el material del recipiente es el encargado de anular la fuerza de la gravedad terrestre, sobre la materia susceptible de ser modificada (no toda materia posee las mismas cualidades sub-atómicas).

Ello se consigue mediante la inversión magnética del núcleo atómico, que, combinado con la emisión de las vibraciones producidas por la modulación de frecuencias ultrasónicas, repele el campo magnético y zona de gravitación de la tierra, posibilitando su levitación y desplazamiento.

A esta técnica la denominamos: V S U (Vibración Sub-atómica Ultrasónica) referida a elementos de combinación atómica aislada.

En ese caso, las pirámides, por ejemplo, podrían haberse construido utilizando dicha técnica… ¿verdad? (le pregunté casi con una afirmación).

Parte de algunas pirámides… en efecto, así fue… y no fueron sólo las pirámides.

Primero fue la Esfinge, necesaria no sólo como indicadora de acontecimientos extraordinarios, sino por poseer el R M U «Registro de Memoria Universal».

Y tampoco se utilizó la fuerza V S U en todo su potencial, ya que la energía radioactiva remanente en las pirámides y construcciones similares, podría ser perjudicial para la salud humana.

 Las cuestiones se agolpaban en mi cerebro, ¿ por dónde empezar?, ¡tenía tantas cosas que preguntar!

 Pero ¿cómo construyeron esos monumentos, y qué utilidad tenían unas tumbas de esas dimensiones? ¡no lo entiendo!

 Yossaff parecía como si se hubiese quedado inmóvil, y dibujando una disimulada sonrisa, me espetó:

 ¿Se puede saber, quién te ha dicho que las pirámides son tumbas?

Bueno eso dicen, además creo que han encontrado un sarcófago en cada una de las tres grandes pirámides…

Mi querido Jose,

 (Se dirigió a mí, con una ternura paternal y poniendo el acento fonético en la ó, omitiendo el nombre compuesto).

Las cosas no son lo que parecen, tú ya deberías de saberlo.

¿Dime, cuántas momias o restos humanos, se han encontrado en el interior de las pirámides, que correspondan con su fecha de construcción?

Bueno… yo no estoy seguro, realmente no lo sé.

Bien, yo te lo diré: Ninguna.

Jamás se han encontrado, ni se encontrarán momias correspondientes a la construcción de las pirámides, ya que el hecho de momificar a los muertos se llevó a cabo mucho tiempo después de la construcción de las pirámides, y fue llevado a cabo por sacerdotes que desconocían el verdadero sentido de las pirámides, así como su utilización.

 ¡Otra vez se me agolpaban las preguntas!, no sabía si retomar las cuestiones anteriores o continuar adelante con las nuevas dudas.

 Entonces, si no eran tumbas… ¿para qué servían? ¿qué eran?

Las pirámides se construyeron como centros energéticos, (almacén o acumuladores de reposición de energía) y como exponente de unos conocimientos que una parte de la humanidad (muy avanzada tecnológicamente a la actual), en un momento de mayor esplendor, fue capaz de desarrollar, por decirlo de forma simplificada.

Cada pirámide estaba «especializada» en un cometido, si bien podían ser utilizadas para fines similares.

(Extracto del capítulo).

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