LA LEYENDA PROVENZAL

Iglesia de Sant Vicenç de Rus

Iglesia de Sant Vicenç de Rus – fachada de poniente. Fotografía del autor

Tal como ya ocurriese con el retablo de Santes Creus, cuando ya todo parecía que había llegado a su fin y no aparecía la evidencia que necesitaba, la casualidad…

¿He dicho casualidad?

¡No, hace tiempo que ya me di cuenta que la casualidad no existe! No sé qué o quién me puso en el camino, pero lo cierto es que todo se produjo como si hubiese estado meticulosamente planificado.

Sin saber como, mientras buscaba una ruta alternativa al “Camí dels Bons Homes”, por donde los cátaros y caballeros templarios hubiesen podido atravesar los Pirineos, huyendo de la persecución de la Inquisición, iba a encontrarme con un lugar que, hasta entonces, me había pasado inadvertido. Se trataba de la iglesia de Sant Vicenç de Rus, ubicada en un paraje idílico en el Pirineo catalán, perteneciente al municipio del bello pueblo de Castellar de n’Hug, en la comarca de l’Alt Berguedá y que, por su situación estratégica, encajaba perfectamente en una ramifica-ción del Camí dels Bons Homes.

La iglesia de Sant Vicenç de Rus fue construida en el siglo VII, compuesta de una única nave y ábside semicircular, si bien, posteriormente en el año 1106 fue reformada en profundidad con un remarcado estilo románico. Posteriormente, ya en el año 1300, se añadieron dos capillas, una a cada lado de la nave, próximas al arco triunfal del ábside, una de ellas estaba dedicada a San Andrés y la otra a Santa María Magdalena.

De la primera capilla, la dedicada a San Andrés, actualmente apenas queda algún pequeño rastro pictórico de los frescos murales que la adornaban, en cambio, en la capilla dedicada a Santa María Magdalena y tras una restauración llevada a cabo por el Servicio de Patrimonio Arquitectónico de la Diputación de Barcelona, entre los años 1983 al 1986, se pudieron descubrir una serie de frescos góticos en buen estado, que decoraban la capilla de la santa, y que representaban diversos pasajes legendarios de su vida.

Iglesia de Sant Vicenç de Rus – Ábside. Fotografía del autor

Iglesia de Sant Vicenç de Rus – pórtico y cementerio. Foto del autor

Desde la Edad Media y hasta el año de 1983 en que se realizaría la restauración de la iglesia, se producirían diversas reformas que no afectan a lo esencial del asunto que nos ocupa, por lo que vamos a referirnos únicamente a los murales descubiertos en la capilla de Santa María Magdalena.

Durante la restauración de la iglesia de San Vicenç de Rus, llevada a cabo desde 1983 a 1986, fueron diversos profesionales y especialistas los que se encargaron de las distintas fases de la misma, aunque solamente nos vamos a referir al estudio de las pinturas góticas descubiertas en la capilla de Santa María Magdalena, llevado a cabo por María de Gracia Salvá y Eva Bargalló, siendo restauradas por Anna Miquel y María Antonia Heredero.

A este respecto, cabe destacar el artículo publicado por María de Gracia Salvá, en los cuadernos de arte e iconografía —Tomo VI, donde la autora hace un extenso despliegue al respecto de las pinturas de la capilla de Santa María Magdalena, cuyo claro significado viene a representar la leyenda provenzal sobre María Magdalena.

Ábside y capilla de María Magdalena. Fotografía del autor

En los capítulos anteriores, ya se ha comentado con detalle cómo se produjeron los hechos que acontecieron a la arribada de María Magdalena a la Galia. Ahora, en estas pinturas realizadas entre los siglos XIII y XIV, y que han sido descubiertas en la capilla de María Magdalena en la iglesia de San Vicenç de Rus, volveremos a reconocer dichos pasajes, de manera similar a como fue representada la relación marital entre Jesús y María Magdalena en el retablo de Santes Creus. Si bien la calidad artística no es la mejor, el significado expresado, no deja lugar a dudas.

Al respecto, haremos un repaso y análisis de las imágenes mostradas en los murales de la capilla, donde se nos muestra todo el ciclo que comprende el personaje bíblico de La Magdalena, añadiendo los diversos pasajes existentes en la leyenda proven-zal.

Como se puede observar, los diferentes pasajes mostrados en las pinturas, no se reproducen guardando un orden cronológico y homogéneo, sino que se ven entremezclados con los pasajes bíblicos, por lo que deberemos saber interpretar el significado de cada imagen dentro del contexto global.

Así, empezando por el lado izquierdo superior del mural, veremos que la primera escena correspondiente a la estancia de María Magdalena en la Provenza, nos presenta una embarcación sin remos, con un tipo de vela latina y desplegada que surca los mares, a través de gruesas olas que son representadas mediante varias franjas de ondulaciones, en las que se alternan varios colores. En el interior de la barca pueden apreciarse a seis personajes, cuya identificación, de izquierda a derecha serían:  Marta y María Magdalena, ambas cubriendo sus cabezas con sendos velos, vestidas con ricos ropajes de llamativos colores, predominando el rojo; a continuación, aparecerían Martila y Cidonio, si bien el personaje de Martila, quien es identificada por María de Gracia Salvá como la servidora de Marta, es muy posible que se refiera a Sara, ya que es el personaje que la tradición sitúa como la sirviente de María Magdalena, además de que el desgaste de la pintura y el color más oscuro, así como la indumentaria menos ostentosa, podrían confirmarlo. Cidonio se correspondería con el personaje bíblico, ciego de nacimiento que, según la tradición provenzal, acompañaría también a María Magdalena hasta las Galias. Para finalizar, tenemos a los personajes de Maximino y Lázaro, quienes aparecen portando casulla y mitra, un detalle que nos indicará la condición de obispos que ostentaron en la zona, actualmente conocida como Aix-en-Provence y de Marsella, respectivamente.

Capilla de Santa María Magdalena con el mural. Fotografía del autor

A pesar de los personajes que aparecen representados en este mural, lo cierto es que no existe unanimidad en el número de personas que acompañaron a María Magdalena, ya que suele variar, tanto en las fuentes escritas, como en las diferentes representaciones pictóricas repartidas por otros lugares donde existen referencias al viaje de la santa, como son la Catedral de Nótre-Dame-de-Chartres o Nótre-Dame-de-Semur en Auxois, por poner un ejemplo, si bien la representación que nos ocupa, coincide con el relato de Jacobo de la Vorágine en “La leyenda dorada”, por lo que este detalle, solamente nos indicará con cierta seguridad el hecho de que María Magdalena habría viajado acompañada.

Continuando con el orden cronológico, podemos observar como en el lado derecho del mural aparece representado el desembarco, donde se puede distinguir una gran puerta, perteneciente a una ciudad amurallada, de la que, por encima de sus almenas, sobresalen varios edificios.

Representación en un primer plano de María Magdalena en la barca, junto a sus acompañantes. En el lado derecho se representa su llegada o desembarco, y en la línea inferior aparece predicando en Marsella. Fotografía del autor

María Magdalena evangelizando en Marsella – ampliación. Fotografía del autor

En el lado opuesto (debajo de la barca), encontramos a María Magdalena evangelizando al pueblo de Marsella. En esta escena se representarán diversas circunstancias, llamando la atención la colocación de sus manos que,  adoptando la posición del Pran Mudra, tal como ya hemos visto en otras iconografías, parece bendecir al gobernador y a su esposa, dos de los seis personajes que aparecen frente a ella y que son reconocidos por sus suntuosos vestidos, así como por llevar la cabeza cubierta por una especie de casco que le otorga mayor dignidad y distinción, en respuesta a la solicitud de éstos que, tal como indica M. G. Salvá, “mantienen un dedo levantado en actitud acusadora, indicando que no se convertirán hasta que no se les dé descendencia”.  Otro hecho que llama la atención, es el que hace referencia a la estructura arquitectónica del templo de la ciudad representada, el cual puede apreciarse en la parte superior de la imagen, pero con la característica de aparecer “boca abajo”, lo que vendría a significar que los marselleses aún no se habrían convertido.

Después de evangelizar y convertir a los marselleses, según cuenta la leyenda provenzal, María Magdalena se retiró al desierto por espacio de más de treinta años, viviendo en una gruta  (La Sainte-Baume), sin ropa ni alimentos, y cubierta únicamente por sus largos cabellos, como penitencia por sus muchos pecados, alimentándose de forma espiritual siete veces al día, por medio de unos ángeles que la recogían y elevaban al cielo, donde era alimentada, y tras escuchar unos cánticos, volvía a descender. Estos pasajes están representados en el lado derecho, de la cara interna de la bóveda, tal como se puede observar en la fotografía adjunta.

No obstante, tal como se ha mencionado en capítulos anteriores, el hecho de contemplar a María Magdalena como la prostituta redimida, que se retira al desierto para cumplir penitencia por sus pecados, se debe al “error” cometido por el Papa Gregorio I Magno en el año 591, por lo que con toda probabilidad, es muy posible que se hayan confundido los personajes de María Magdalena con el de María Egipciaca, ya que ésta, según cuenta el poema francés del siglo XIII “la Vie de Sainte Marie l’Egyptienne”, se trataría de una santa del siglo V, quien en su juventud abandona su hogar para dedicarse a la prostitución en Alejandría, pero más tarde, debido a ser rechazada y no permitírsele la entrada al Santo Sepulcro en Jerusalén, María pide a la Virgen ser perdonada y poder acceder al Santo Sepulcro, por lo que a cambio, se retirará al desierto durante cuarenta años como una eremita en penitencia por sus pecados. Allí se encontrará con un monje llamado Zózimo, a quien le contará toda su historia y le pedirá que no la haga pública hasta su muerte. Cuando envejece María, se dirige hacia Jerusalén, pero poco antes de llegar, unos ángeles se la llevan.

María Magdalena es elevada por los ángeles. A su muerte, es asistida por Maximino, quien le ofrece su última comunión y se encarga de darle sepultura. Fotografía del autor

Como vemos, esta historia encaja perfectamente en la leyenda provenzal de María Magdalena, por lo que no es de extrañar que la confusión de los dos personajes, haya dado lugar a creer que se trataba de María de Magdala y no de María la egipciaca. Por lo tanto, si como hemos visto, María Magdalena no era la prostituta redimida del Evangelio, en buena lógica, tampoco sería la penitente que vive como un eremita en una gruta durante los últimos treinta años de su vida.

El resto de representaciones que componen el mural y de las que no vamos a referirnos por ser pasajes que únicamente cumplen la función de identificar a María Magdalena con el personaje bíblico, aparecen entremezclados entre los ya comentados, formando el conjunto del mural, como puede verse en la fotografía general de la capilla.

© 2007 José Luis Giménez (Extracto del libro: El triunfo de María Magdalena – Jaque mate a la Inquisición)