EL OCASO DEL CATARISMO
Paralelamente a la época de las cruzadas contra los cátaros, también iban a surgir otras órdenes mendicantes que tendrían una relevante importancia en el desarrollo de la Santa Inquisición, y entre las que cabe destacar: la Orden de los Franciscanos, fundada por Francisco de Asís (Giovanni Bernardone, si bien era conocido como Francesco, nombre impuesto por su madre, debido al amor que ésta sentía por Francia), en el año 1209 y la Orden de los Predicadores, también conocida popularmente como Orden Dominica o de los dominicos, fundada por Domingo de Guzmán, en el año 1216.
Gracias a la extrema ortodoxia que practicaron Francisco de Asís y Domingo de Guzmán en las predicaciones que llevaron a cabo por las tierras del Languedoc — la cual contrastaba con la opulencia del clero episcopal –, llevaría a ambas órdenes a que, en pocos años, tuviesen una gran aceptación en casi toda Europa. Esta situación sería aprovechada por el Papa Gregorio IX, quien en el año de 1231, iba a decretar la bula «Excommunicamus» por la que se crearía la Inquisición Pontificia. La organización de dicha Inquisición Pontificia recaería en las órdenes de los Franciscanos y los Dominicos, si bien, iban a ser los dominicos quienes obtendrían mayor fama como inquisidores. Entre los inquisidores dominicos más famosos, cabe destacar a Bernardo Gui y a Tomás de Torquemada.
Tras la muerte de Simón de Montfort en Toulouse, y las derrotas continuadas de su hijo, Amaury de Montfort, intentando recuperar o mantener los territorios conseguidos por su padre, la situación política y religiosa en el Languedoc volvió a estar bajo la protección del Conde de Toulouse (Tolosa).
Amaury de Montfort, tras sufrir derrota tras derrota, optó por ceder todos sus derechos en el Languedoc en favor del rey de Francia y regresar a sus tierras en Paris. A partir de ahora, sería la corona de Francia la que intervendría en la lucha, interesada en reclamar las tierras cedidas por Amaury de Montfort.
Muchos de los perfectos cátaros y creyentes que habían conseguido sobrevivir a la cruzada y huyeron de las ciudades masacradas, encontraron refugio en uno de los castillos que más adelante se convertiría en parte de la leyenda; se trataría del castillo de Montségur.
El castillo de Montségur fue construido por el señor del lugar (Ramón de Péreille) entre los años 1205 a 1211; en la cima de un macizo rocoso y sobre las ruinas de una antigua fortaleza. Este lugar, en tiempos muy remotos, había sido un centro o santuario religioso dedicado a la diosa celtibera Belissena, la equivalente a la diosa fenicia Astarté y a la griega Artemisa.
Durante varios años, y en el periodo que va desde el 1229 — año en que se da por acabada la cruzada contra los cátaros — hasta 1244, año en que caerá uno de los mayores y más famosos bastiones cátaros: Montségur, el pueblo cátaro vivirá con cierta tranquilidad, llegándose incluso a observarse un aumento de fieles.
A pesar de esta cierta tranquilidad y seguridad que mantenían los herejes cátaros, lo cierto es que la guerra que ahora se libraba entre el ejército francés y los nobles del Languedoc, no les iba a eximir de ser torturados y ejecutados por la Inquisición.
Esta nueva institución — la Inquisición Pontificia –, tomaría el relevo a los cruzados, sirviéndose de las sentencias a muerte que los inquisidores dictaban de forma caprichosa contra los herejes cátaros o albigenses, sumiendo a las gentes del Languedoc en el miedo y el terror, a la vez que promovía el odio hacia los inquisidores, en especial hacia los dominicos.
Ante los abusos y desmanes de la Inquisición, muchos señores nobles occitanos que fueron desposeídos por la cruzada y la Inquisición y que ahora eran conocidos como «faidits», respondieron violentamente contra la violencia, lo que provocaría que, a consecuencia de los ataques y asesinatos de varios de los Inquisidores de otras tantas ciudades, entre los que cabe destacar el asesinato en 1242 de los Inquisidores de Avignonet. Un año después, en mayo de 1243, el senescal de Carcasona, siguiendo las resoluciones adoptadas en el cónclave celebrado semanas atrás en Béziers, da las órdenes oportunas al conde de Toulouse — Raymond VII, quien ahora era vasallo del rey francés –para que emprenda el asedio a la fortaleza de Montségur. Dicho asedio se prolongó durante más de diez meses, al final de los cuales, en el primer día del mes de marzo del 1244, se produciría la rendición del castillo.
Tras las negociaciones de capitulación llevadas a cabo por el señor de la fortaleza, estos aceptan las condiciones ofrecidas por los vencedores, quienes les otorgan 15 días de plazo para el abandono del castillo, permitiéndoles marchar a los defensores una vez hayan sido interrogados y cumplido una leve penitencia, así como a los herejes, una vez hubiesen abjurado de su fe. Si los herejes no abjuraban de su fe, serían quemados vivos en la hoguera.
Este plazo de gracia de quince días, sería aprovechado por los perfectos cátaros para llevar a cabo la huida u ocultación de lo que muchos autores y leyendas dieron en llamar «El tesoro del Santo Grial».
A partir de ese momento se extiende la leyenda del Santo Grial, donde según algunos autores, el Santo Grial, haría referencia al cáliz o copa que Jesús utilizó en la última cena y que posteriormente sería utilizada por José de Arimatea para recoger la sangre de Jesús crucificado. Pero existe otra versión –y que considero la más acertada –, donde el Grial, no sería esta copa o cáliz, sino que se trataría del recipiente viviente que contendría la sangre de Jesús en su interior; en este caso se refiere a María Magdalena, como esposa y madre de la descendencia de éste, quien al llevar en su vientre la descendencia de Jesús, también era la portadora de la sangre.
En la mañana del 16 de marzo del 1244, y tras los 15 días de gracia, fueron conducidos a la hoguera 215 herejes, entre perfectos cátaros y creyentes, ya que ninguno de ellos consintió en abjurar de su fe. Las hogueras donde se quemaron a los herejes cátaros, fueron situadas al pie de la escarpada montaña donde está ubicado el castillo de Montségur, un lugar que actualmente es conocido como «el prat dels cremats» (el campo de los quemados), donde se encuentra erigida una estela conmemorativa del suceso.
La capitulación de Montségur — el que hasta entonces se había considerado como uno de los bastiones cátaros inexpugnable –, representó un duro golpe para la comunidad cátara, que inició un rápido declive, viéndose obligada a refugiarse y huir fuera de los dominios del rey francés.
Uno de estos refugios fue el castillo de Quéribus, situado en la frontera, entre los territorios del rey francés y la Corona de Aragón. En Quéribus, los cátaros pudieron permanecer a salvo durante once años más, es decir, hasta mayo del 1255, en que capitula tras un breve asedio, y pasa a formar parte de las fortalezas reales del rey francés. Es a partir de ese momento en que la guerra contra los nobles herejes y los cátaros se da definitivamente por finalizada.
Los cátaros que consiguieron huir de Montségur, y posteriormente de Quéribus, lo hicieron siguiendo un camino conocido como «el camí dels bons homes» (el camino de los hombres buenos) y que, partiendo desde la montaña de Montségur, cruzaría los Pirineos para adentrarse en Catalunya, y cuyo recorrido atravesaría entre otras, las poblaciones de Comus, Orgeis, Merenç de las Vals, Porta, Bellver de Cerdanya, Bagá, Gósol y Santuario de Queralt (Berga – Barcelona). Una ruta de 189 kms. que aún hoy día se viene realizando a pie en ocho jornadas, si bien puede ser realizada a caballo o en bicicleta en un menor tiempo. Según algunos autores, los caballeros templarios habrían ayudado a los cátaros a realizar dicho itinerario, llegando a defenderlos incluso con las armas.
Pero la Inquisición iba a seguir persiguiendo y ejecutando en la hoguera a los herejes cátaros durante sesenta y seis años más, hasta que, en el año 1321, iba a ser apresado Guillaume Bélibaste, el último perfecto cátaro, siendo condenado a morir quemado en la hoguera, ejecutándose la sentencia en el patio del castillo episcopal de Villerouge-Termenés.
Para más información: «El Triunfo de María Magdalena – Jaque mate a la Inquisición».
© 2006 José Luis Giménez
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