EL SECRETO DE TOMAR
(El último refugio de los Caballeros Templarios)
Monumento a D. Gualdim País, Gran Maestro de la Orden Templaria en Portugal (Plaza de la República en Tomar). Fotografía del autor
Cuando el viernes 13 de octubre del 1307, el rey francés Philippe IV -Le Bel- (Felipe IV el Hermoso), decide asestar el golpe definitivo a la Orden del Temple -La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (Pauperes commilitones Christi Templique Solomonici)-, comúnmente conocida como los Caballeros Templarios, poco podía imaginarse que, sus oscuras intenciones, eran de sobras conocidas por los grandes maestres de la Orden, ya que no en vano, los servicios secretos de los Caballeros Templarios, hacía días que habían interceptado las órdenes dadas por el rey francés, en las que se indicaban expresamente el día 13 de octubre de 1307 como la fecha en que debería actuarse conjuntamente en toda Francia, arrestando a los maestres y caballeros de la Orden.
A nadie se le escapaba que el rey francés no podía hacer frente a la inmensa deuda contraída con la Orden de los caballeros templarios -sobre todo, a raíz del rescate que tuvo que satisfacer su abuelo, el rey Luis IX (San Luis), a las huestes sarracenas, tras ser hecho prisionero en Egipto durante la sexta cruzada- a quienes les solicitó financiar íntegramente el pago del rescate, con cargo a las arcas de la Orden templaria.
El jueves 12 de octubre -un día antes del arresto del Gran Maestre-, Jacques De Molay, asiste al funeral de la cuñada del rey Felipe IV, Catherine de Coourtenay, formando parte de la comitiva que transportaría el féretro de quien fuese la esposa de Carlos de Valois. Tras sendos y efusivos saludos, entre el astuto y codicioso rey francés y el Gran Maestre de la Orden templaria, nadie ajeno a las oscuras maniobras del monarca, podría sospechar cuales eran los planes inmediatos de Felipe IV.
Pero la sorpresa estaba aún por llegar… cuando en la mañana del viernes 13 de octubre, Jacques De Molay, junto a otros tres maestres más de la Orden, fueron arrestados por los soldados del rey, acusados de herejía, haciendo caso omiso a las indicaciones del Papa Clemente V -un títere impuesto por el mismo rey Felipe IV- quien había sido encumbrado al trono de San Pedro por medio de las maléficas artes del monarca francés, tras la más que extraña y súbita muerte del Sumo Pontífice antecesor, el Papa Bonifacio VIII.
Jacques de Molay – Gran Maestre de la Orden
Rey francés Felipe IV el hermoso
Papa Clemente V
Clemente V, -Papa francés de nombre Bernat de Got y anterior arzobispo de Burdeos- había dado instrucciones expresas a Felipe IV de no efectuar acción alguna contra los caballeros templarios, mientras él mismo no se encontrara en condiciones de hacerlo, debido sobre todo, al cáncer de píloro que le afectaba. Pero esta situación de enfermedad del Papa, le era muy propicia al rey francés, ya que podría juzgar directamente de herejía a los caballeros templarios, sin necesidad de esperar el beneplácito de Clemente V, quien por otro lado, nunca se opuso abiertamente a la detención de los maestres de la Orden, a pesar de que éstos dependiesen directa y jerárquicamente del propio Papa.
El Gran Maestre de la Orden, Jacques De Molay, junto con otros caballeros y maestres más, permanecieron encarcelados durante siete años, siendo objeto de todo tipo de acusaciones y torturas, con el único fin de que confesasen su culpabilidad como herejes.
El 18 de marzo del 1314, tras proclamar públicamente la inocencia de la Orden del Temple, así como haber sido sometido a torturas para sonsacarle la confesión que deseaban los esbirros reales. Jacques De Molay sería quemado vivo en la hoguera junto al Maestre de Normandía, Geoffroy de Carney, en un islote existente en el río Sena, situado entre los jardines del monarca y la iglesia de San Agustín. Se dice que el rey mandó quemarlos con troncos de madera que aún estuviesen verdes, con el propósito de hacerles sufrir más, al tardar más tiempo en morir quemados. Otra leyenda o profecía que no ha podido ser confirmada, si bien se cumplió exactamente tal como es contada, dice que, antes de morir, el Gran Maestre Jacques De Molay, maldijo al rey Felipe y al Papa Clemente -responsables de la eliminación de la Orden del Temple- a presentarse ante Dios para ser juzgados en el plazo de menos de 40 días para el caso del Papa Clemente V y de menos de un año para el rey Felipe IV.
Fuese verdadera o no dicha maldición, lo cierto es que el Papa Clemente V moriría en la noche del 19 de abril del 1314 (32 días después), a causa de unas terribles diarreas, posiblemente como consecuencia del cáncer de píloro que padecía. Por si esto fuera poco, durante el velatorio del cadáver, y debido al fuerte olor nauseabundo que despedía, éste fue abandonado por sus sirvientes, dejándolo solo y completamente desnudo durante toda la noche, sin poder evitar que una vela cayese sobre el catafalco, provocando la casi total calcinación del cadáver.
Al rey Felipe IV el hermoso, la maldición tampoco iba a pasarle de largo. Efectivamente, tal como había profetizado Jacques De Molay, el 29 de septiembre de 1314 (195 días después), y como consecuencia de un fuerte golpe recibido en la cabeza, con la rama de un árbol que le hizo caer de su caballo mientras cazaba en los bosques de Fontainebleau, moriría a causa de las graves heridas sufridas, las cuales le causarían gran dolor hasta el último momento de su óbito. El fuerte y nauseabundo olor que desprendían sus llagas, impedían que fuera posible acercarse hasta su lecho de muerte, sin sentir repugnancia.
Los caballeros templarios pasarían a formar parte de nuevas órdenes. Así, en España, pasarían a formar parte de la nueva Orden de Montesa, creada a tal efecto por el rey Jaume II de la Corona de Aragón. En Finlandia, pasarían a llamarse Orden de San Andrés y en Portugal vendrían a reconvertirse en La Orden de Cristo.
Pero con la disolución de la Orden del Temple, llevaba a cabo por el Papa Clemente V a través de un decreto apostólico, mediante la bula Vox Clamantis, del 22 de marzo de 1312, no se iba a acabar con la Orden de los caballeros templarios.
Es precisamente en Portugal, y en concreto en el pueblecito de Tomar, donde los caballeros templarios iban a obtener el último de sus refugios. Pero antes de pasar a tratar el asunto de Tomar, cabe destacar la existencia de un documento que ha permanecido oculto a ojos profanos del Vaticano durante casi 700 años. Nos estamos refiriendo al Pergamino de Chinon.
Pergamino o manuscrito de Chinon
El Pergamino de Chinon fue manuscrito por el mismísimo Clemente V, durante el periodo que va desde el 17 al 20 de Agosto del 1308. En dicho pergamino, se puede leer como el Papa Clemente V absuelve de todos los cargos al gran Maestre de la Orden del Temple, Jacques De Molay, así como a otros miembros de la Orden, indicando que los líderes templarios deben ser reintegrados a la comunión (ya que fueron excomulgados) y a poder recibir los sacramentos.
Quedaba claro pues, que la disolución de la Orden del Temple obedecía únicamente a los intereses del monarca francés, obsesionado por apropiarse de todos los bienes de la Orden, así como cancelar la deuda pendiente con la misma, acogiéndose a una corrupta ley que le permitiría cancelar las deudas contraídas con todos aquellos que fuesen declarados herejes (en este caso cancelando la inmensa deuda contraída con la Orden del Temple). Obligando a actuar al Papa Clemente V como la marioneta que siempre demostró ser en sus manos.
Como era de esperar, tras los correspondientes interrogatorios por parte de la Santa Inquisición, gran parte de los caballeros templarios mueren durante las torturas sufridas en los interrogatorios, y los que consiguen sobrevivir, lo hacen gracias a delatarse mutuamente como integrantes de la Orden, e inculparse de los hechos que los inquisidores les imputan so pena de morir en la tortura.
A pesar de una inicial resistencia, el Papa Clemente V acaba por ceder al chantaje y los deseos de Felipe IV el Hermoso y emite la bula Pastoralis Praeminentiae, con la que ordena a todos los reyes y príncipes cristianos de Europa a que procedan a la detención y arresto de los caballeros templarios, acusándolos de apostasía, ultraje a Cristo, ritos obscenos, sodomía (homosexualidad) e idolatría.
Tal como ya se mencionó anteriormente, los caballeros templarios que consiguen escapar de la Santa Inquisición y del acoso del rey francés, lo hacen integrándose en otras órdenes de otros países como España, Finlandia o Portugal. En España, pasarían a formar parte de la nueva Orden de Montesa, creada a tal efecto por el rey Jaume II de la Corona de Aragón. En Finlandia, pasarían a llamarse Orden de San Andrés y en Portugal vendrían a reconvertirse en La Orden de Cristo.
Es en Portugal, y en concreto en el municipio de Tomar (la ciudad templaria por excelencia), atravesada por el río Nabäo, y situada en el centro del país luso, a unos 100 kms. al noreste de Lisboa, y a otros 100 kms. de la frontera con España, donde los caballeros templarios van a obtener una importancia capital. Desde el año de 1159, la ciudad de Tomar pasó a formar parte de los bienes de la Orden del Temple, gracias a la cesión que hizo del lugar a dicha orden el rey luso Alfonso I.
Fue entonces cuando el monarca cede el castillo de Ceres a la Orden. En el 1160, el Gran Maestre de la Orden; Gualdim Pais, ordena construir el castillo de Tomar, lugar emblemático que posteriormente va a adquirir una capital importancia, así como la parte del convento conocido como «La Charola», una especie de templo circular, cuyo estilo es influenciado por los modelos religiosos y arquitectónicos de Jerusalén en la época de las cruzadas, imitando especialmente al Templo de la Roca de la Ciudad Santa.
Tomar – vista general sobre el río Nabäo y el puente romano a la izquierda. Fotografía del autor
Entrada al convento del Santo Cristo en Tomar. Fotografía del autor
Cuando en 1312 la Orden del Temple es suprimida y posteriormente en el 1314, el Gran Maestre Jacques de Molay es ejecutado a morir quemado vivo en la hoguera, en Portugal, el rey Don Dinis, procede a reconvertir la Orden del temple en la Orden de Cristo. Concretamente en Tomar, se llevaría a cabo una de las mayores y más espectaculares construcciones templarias, así como las transformaciones posteriores que fueron realizándose, y que abarcarían el espacio de tiempo que va desde principios del siglo XII hasta finales del siglo XVII.
Si bien con posterioridad, durante el siglo XIX, sufriría cambios importantes, -sobre todo- como consecuencia de la extinción de las órdenes religiosas. Nos referimos al convento-fortaleza del Santo Cristo, actualmente declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1983.
Vista general del claustro principal. Fotografía del autor
Fachada lateral de la iglesia con puerta de estilo Manuelino. Fotografía del autor
Este nuevo convento del Santo Cristo, no iba a tratarse de un templo más de factura templaria, así como sus actividades tampoco estarían completamente dedicadas a la contemplación. Fue a través del convento-fortaleza de Cristo que se iniciaron las mayores expediciones al nuevo continente, es decir, a América. Prueba de todo ello fueron las cruces de cristo con que adornaron las velas de las tres carabelas que llevó Colón hasta América. Nada era casual.
La visita al convento-fortaleza del Santo Cristo resultaba pues imprescindible para mis investigaciones, y así, decidí adentrarme en sus más recónditas dependencias y en sus recovecos pasadizos «secretos». La mala fortuna, o quizás la intencionada situación en la que se encontraban algunas de las dependencias que mayor interés me ofrecían, permanecían cerradas al público y en algunos casos, incluso de encontraban inundadas de agua, lo que hacía imposible su acceso.
No obstante, pude conseguir hacer algunas fotografías del interior de dichas estancias que se encontraban completamente inundadas y en total oscuridad, y que, con toda probabilidad, ocultaban e impedían el acceso a otras dependencias cuyo contenido podría resultar embarazoso de explicar.
Sótanos inundados de agua en el convento del Santo Cristo, cuyo acceso está impedido al público ¿Ocultan alguna entrada secreta cuyo contenido puede resultar embarazoso? Fotografía del autor
Sótanos inundados de agua en el convento del Santo Cristo, cuyo acceso está impedido al público ¿Ocultan alguna entrada secreta cuyo contenido puede resultar embarazoso? Fotografía del autor
Escaleras de caracol de acceso al claustro. Fotografía del autor
Columna central (palmera) de la iglesia circular (La Charola). Fotografía del autor
Durante los siglos que van del XIII al XVI iba a construirse en Tomar, sino la más importante de las iglesias templarias del lugar, si la que sería la matriz de todas las iglesias de la época del descubrimiento, siendo considerada como «nullius diócesis», es decir, con jurisdicción propia e independiente; que no pertenecería a diócesis alguna. Esta iglesia no sería otra que la «Igreja de Santa María do Olival» (Santa María del Olivar) donde las evidencias encontradas, iban a proporcionar una información muy valiosa sobre las creencias y doctrina de los caballeros templarios.
Iglesia de Santa María dos Olivais. Fotografía del autor
Nave central iglesia Sta. Maria Olivais – estrella de David o pentáculo (5 puntas) sobre el altar mayor. Fotografía del autor
Es así como al penetrar en dicha iglesia, lo primero que me asaltó mi curiosidad fue el observar como la entrada a la misma se encontraba por debajo del nivel del suelo: en concreto había que descender ocho (8) escalones. Algo totalmente inusual para un templo cristiano.
Pero el número 8 (ocho) no iba a encontrarse únicamente en los escalones de acceso a la iglesia, sino que aparecería en las ocho columnas octogonales que contiene la nave central del templo.
Por si esto fuera poco, el número 8, aparecía en varias losas o lápidas existentes en el suelo de la iglesia, pero en esta ocasión en sentido transversal, es decir, conformando el símbolo del infinito.
Acceso al interior de la iglesia – 8 escalones hacia abajo. Fotografía del autor
Altar mayor con el pentáculo y con 8 columnas en la nave central. Fotografía del autor
Como es lógico adivinar, el número 8 tenía mucho que ver en las creencias o doctrinas de los caballeros templarios, pero esto no terminaba aquí. Al observar con atención las diferentes figuras que aparecían en el templo, mi sorpresa se fue agrandando.
En primer lugar, no podía pasar desapercibida la estrella de David (de cinco puntas, más apropiado llamar pentáculo) que aparece encima del altar mayor, la misma forma elegida por Leonardo Da Vinci para dibujar al famoso hombre de Vitruvio. ¿Una extraña casualidad, o simbolizaba algo mucho más esotérico?
Como era de imaginar, nada obedecía a la casualidad y así, al conversar con el encargado de la vigilancia y custodia del lugar (Sr. Antonio Rebelo), éste me indicaría otras tantas evidencias y extrañas causalidades existentes en aquel templo.
Así, por ejemplo; me mostraría el cuadro titulado «de Pentecostés», en el que aparece el Espíritu Santo descendiendo sobre ¡dieciséis apóstoles! Mientras que aparecen 17 lenguas de fuego sobre las cabezas de cada uno de ellos.
¿Dónde está el apóstol número 17, acaso aún no ha nacido y se encuentra en el vientre de su madre? Así mismo, aparecen varias mujeres, entre las que cabe destacar la posiblemente preferencia de María Magdalena.
Pero si esto ya de por sí aparecía demasiado extraño, ahora resulta que los pies del apóstol representado en primer término y que posiblemente sea representado como San Pedro, ¡solamente posee cuatro dedos en el pie, mientras que en la mano aparece tener seis dedos! ¿Qué está queriendo decir el autor del retablo?
Mosaico que nos muestra Antonio Rebelo, cuya imagen se transforma en una cruz templaria al visionarlo desde cierta distancia. Fotografía del autor
Cuadro de Pentecostés (ver 4 dedos en el pie y 6 dedos en la mano – 17 lenguas de fuego y sólo 16 apóstoles). Fotografía del autor
Pero, aunque todo esto ya de por sí suponga un extraño enigma, el misterio no ha hecho más que empezar… En una de las capillas adyacentes, podemos encontrar a una extraña figura: se trata de Santa Ana, (la madre de María, madre de Jesús), quien lleva en brazos a la Virgen María y ésta a su vez al niño Jesús ¿otra extraña incongruencia?
Pero sigamos con los misterios… en otra capilla anexa, encontramos una loseta o mosaico que a simple vista no parece ser más que un simple dibujo de adorno… pero al contemplar dicho mosaico a cierta distancia, aparece perfectamente dibujada la cruz templaria (ver fotografías adjuntas).
Santa Ana con la Virgen María y Jesús en Brazos
Imagen de María Magdalena custodiando el sepulcro del Gran Maestre Gualdim Pais – Serie de puertas simétricas que reflejan la imagen del observador ¿una puerta a otra dimensión?
Por si las cosas no estuvieran ya lo suficientemente complicadas de comprender, nos encontramos con una serie de puertas paralelas o en serie, que comunican entre si a todas las capillas del mismo lado derecho del templo, pues bien, cuando el observador se coloca en un extremo de dichas puertas de acceso, lo que ve al final de las mismas es ¡el reflejo de su propia imagen! Como si se tratase de una especie de puerta adimensional.
¿Qué conocimientos nos están legando los caballeros templarios a través de estas evidencias? Ya para terminar, como no podía ser de otra manera, en la capilla donde se halla la tumba del Gran Maestre Gualdim Pais, nos encontramos con una esfinge de María Magdalena, en actitud de custodiar o velar por el descanso del Gran Maestre ¿Otra casualidad?
De sobras es conocida la advocación que sentían los caballeros templarios por la figura de María Magdalena, de hecho, en todos los templos y construcciones realizadas por el Temple, la figura de María Magdalena siempre ocupaba un lugar preferente. ¿Volvemos a creer en las casualidades?
Pero por si acaso se llegase a pensar que, con los anteriormente dicho, se terminan los hechos enigmáticos existentes en la Iglesia de Santa María de Olivais, habrá que recordar que, en un tiempo pasado, fue lugar de paso en el Camino de Santiago que va desde Portugal a Santiago de Compostela, tal como atestigua la concha o vieira de peregrino que aún se puede observar en el friso de la puerta del campanario.
Aunque si de hechos pasados enigmáticos se trata, tampoco deberemos pasar por alto la gran necrópolis que se acaba de descubrir, y que abarca el espacio que va desde el pórtico de la iglesia hasta la torre sineira (campanario) y que, con más de mil esqueletos humanos, es una de las mayores necrópolis de toda la península Ibérica, siendo destinado dicho lugar a campo santo desde el siglo XIII al XVII.
Después de visitar la Iglesia de Santa María de Olivais y comprobar in situ todos los comentarios e informaciones que habían llamado mi atención, así como la inexcusable visita realizada al castillo-convento del Santo Cristo, tenía claro que aquel viaje hecho expresamente desde Barcelona hasta Tomar, bien había valido la pena.
Artículo publicado en la revista Enigmas el 9 septiembre 2009
© 2009 José Luis Giménez Rodríguez
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