Dice el adagio que, “la realidad, suele ser más fantástica que la ficción”. Y cierto que es así.

Distinguir lo que es ficción y lo que es realidad, en muchas ocasiones, resulta harto complicado.

La historia que se narra en este libro podría muy bien pertenecer a esta clase de situaciones donde, el propio protagonista, y lo que resulta más obvio, quienes escuchen o lean su relato, dudarían en buena lógica de la veracidad de la historia narrada.

Vivimos inmersos en un mundo donde la realidad se confunde muy a menudo con la ficción. Donde lo virtual adquiere propiedades de realidad y donde, ambos conceptos, se confunden en una nueva vivencia o experiencia tan real como la vida misma.

De acuerdo con la tradición hindú, los “registros akáshicos”, son los archivos de las memorias del alma. Pero no se trata únicamente de un concepto filosófico o espiritual. Los registros akhásicos existen realmente, a pesar de ser invisibles al ojo humano, intangibles al tacto y carentes de alguna propiedad física que pueda ser detectada por algún tipo de instrumental conocido en la actualidad. Su localización se encuentra ubicada en todas partes del globo terráqueo, si bien, para acceder a dichos registros, únicamente es posible hacerlo mediante una especie de intuición, un sentido que debe ser aprendido y practicado. Y donde, una vez conectado, es posible conocer a la vez el pasado, presente y futuro.

 Por analogía y como ejemplo, podríamos decir que, para conectar con los registros akhásicos, hay que utilizar una conexión instintiva, una especie de “wifi” o conexión inalámbrica, cuya clave de acceso hay que conocer.

Es por eso por lo que no vamos a insistir en si se trata de una historia real o una ficción; deberá ser el propio lector quien decida a su juicio si, esta historia, ha podido ser real o sólo es producto de la imaginación. Pero sea de un modo u otro, lo cierto es que, las enseñanzas o los mensajes que en esta obra podrá encontrar, le servirán para entender y conocer mejor las diferentes configuraciones del espacio-tiempo existentes en este mundo tridimensional, donde nada es lo que parece ser.

Cuenta la tradición que, Buda, dijo lo siguiente:

«No creáis en nada simplemente porque lo diga la tradición, ni siquiera, aunque muchas generaciones de personas nacidas en muchos lugares hayan creído en ello durante muchos siglos. No creáis en nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen. No creáis en nada sólo porque así lo hayan creído los sabios en otras épocas. No creáis en lo que vuestra propia imaginación os propone cayendo en la trampa de pensar que Dios os inspira. No creáis en lo que dicen las Sagradas Escrituras sólo porque ellas lo digan. No creáis a los sacerdotes ni a ningún otro ser humano. Creed únicamente en lo que vosotros mismos habéis experimentado, verificado y aceptado después de someterlo al dictamen de la razón y a la voz de la conciencia».

Siddharta Gautama Buda, 563-483 a.C.

Así pues, prepárese el lector para acceder a otra realidad, a otro mundo adimensional que, a pesar de hallarse oculto, está en este.