EL NAGUAL
Por José Luis Giménez
Si buscamos en las enciclopedias de lexico mexicanas la palabra » Nagual «, encontraremos la siguiente definición :
«nagual o nahual. (Del náhuatl nahualli.) m. 1. Animal (la leyenda más común dice que es un perro negro muy peludo) en que se convierte un brujo.»
Pero esta descripción se nos quedará muy corta y confusa, ya que su significado abarca mucho más que dicha definición.
La palabra Nagual o nahual proviene de una cultura anterior a la Maya. Desde tiempos de los Olmecas y posteriormente Toltecas, hasta llegar al periodo previo a la conquista del imperio Azteca por los españoles, se había considerado a los pueblos nahuas como los herederos de las artes, la sabiduría y perfección del ser humano.
Los pueblos indigenas de aquellas épocas se consideraban por tanto poseedores de tales virtudes, atribuidas a los pueblos nahuas.
Existía una escuela o consejo llamada Calmecatl, destinada a capacitar a todos aquellos hombres que aceptaran y siguieran las doctrinas de la Toltequidad, quienes, una vez iniciados, generalmente eran denominados «Guerreros», aunque también se conocen otras definiciones como «Aguila» o el tigre Jaguar.
Esta definición de guerrero no tenía nada que ver con su sentido literal, sino con el concepto de la lucha más importante que un ser humano puede llevar a cabo: hacer despertar la consciencia; o como suelen decir algunos: florecer el corazón.
En la escuela Calmecatl, lo principal o básico residía en la capacidad de aprender a través de la observación, la búsqueda y la investigación.
El principio de la Toltequidad se basaba en una partición o división del mundo en tres conceptos: 1º Lo conocido, 2º Lo que no se conoce, pero se puede conocer, y 3º Lo que jamás se conocerá.
Así mismo, los toltecas añadían a lo ya conocido del mundo por todos nosotros, un concepto energético, es decir, para ellos, todo está compuesto de diferentes cargas energéticas.
Así, mientras que el mundo normal o cotidiano, lo podemos percibir a través del razonamiento, cuando nos adentramos en el mundo de la toltequidad, sólo es perceptible si somos capaces de evitar el uso de la razón.
A fin de entender este concepto, es necesario recordar que la conformación del cuerpo humano no es solamente lo que nuestros ojos son capaces de ver. Es decir, la materia de la que estamos hechos, está formada por células, las cuales poseen moléculas y éstas, a su vez, están formadas por átomos. De esta forma, llegaremos a la conclusión de que: al ser el átomo una carga energética, el cuerpo en si será un conjunto de dichas cargas, y por lo tanto, se puede describir como un «ser energético» o luminoso.
Debido a dicho concepto, los toltecas no ven el mundo compuesto solamente por lo objetos materiales, sino que los campos de energía que los envuelven son los que constituirían la única realidad transcendental a la que denominaban «emanaciones del aguila».
Con el fin de asimilar todo lo que el mundo de la toltequidad puede ofrecer a quien se ha adentrado en él, los toltecas hacían referencia a lo que ellos llamaban «El Diálogo Interno», donde el iniciado lleva a cabo una conversación mental consigo mismo, de forma constante, asimilando lo recibido de la forma más próxima a su conocimiento.
De acuerdo con los principios de la toltequidad, todas aquellas facultades y capacidades del conocimiento, se incluyen en el cuerpo humano, el cual posee una estrecha relación con el cosmos y la Tierra.
Así, en la toltequidad, se diferencian dos aspectos del conocimiento: el que vendría a llamarse «Tonal», y que se correspondería con la consciencia racional o «normal», al que se le asignaría el lado derecho del cuerpo, y el denominado «Nagual», que se correspondería con el aspecto sutil de la consciencia, es decir, el estado alterado de consciencia, y que se relacionaría con el lado izquierdo del cuerpo humano.
Es en este campo o aspecto del » Nagual», donde el maestro induce al aprendiz con el fin de que acceda a sus conocimientos, ya que cuando el aprendiz regresa al estado del mundo «Tonal», con frecuencia no recuerda los conocimientos adquiridos. De ahí que para recordar las enseñanzas, el aprendiz deba de realizar otro proceso posterior, donde habrá hecho un gran acopio de energía.
En la Calmecatl, el mundo «Tonal» es el espacio destinado a la vida común y ordinaria del ser humano, donde encontramos el sentido y significado razonable a nuestra existencia, pero limitado por los conceptos de la razón; mientras que en el mundo «Nagual» sería todo lo que no estuviese comprendido dentro del mundo «tonal», es decir, la razón no puede entender su concepto, aunque sí puede atestiguarlo mediante la experiencia. De ahí que al «Guerrero» no le inquiete demasiado el no entender o racionalizar la experiencia del mundo del «Nagual», ya que su incomprensión, no le resta experimentarlo.
Para la evolución del «Guerrero» es fundamental la armonía y el equilibrio entre los dos mundos del «Tonal» y el » Nagual», ya que cada uno de ellos se sustenta en el otro. Así, si el «Tonal» es fuerte pero a la vez flexible, podrá permitir actuar al «Nagual», ya que cuanto más se fortalece el Tonal, menos se aferra a las ideas y los hechos, permitiendo por tanto una mejor actuación del «Nagual», ya que para experimentar, el «Nagual» sólo necesita disponer de la suficiente energía que le será facilitada por la fluidez y flexibilidad del Tonal.
El «Guerrero» aprende la diferencia entre «mirar» y «ver», consistente básicamente en que «mirar» es poder cerciorarse que lo que percibe a través de la vista; es lo que la razón le dice del mundo, mientras que «ver», representa la capacidad del ser humano para percibir o intuir otras realidades del mundo.
Pero existen otras definiciones o aspectos sobre lo que es un «Nagual» o «Nahual», para ello recogeremos las leyendas que se refieren a la época de la llegada de los españoles a Mexico.
Según cuentan las leyendas, cuando los españoles iniciaron la conquista del Imperio azteca, hubieron muchos maestros de las escuelas Calmecatl, que se ocultaron en lugares donde no pudiesen ser descubiertos. Algunos de estos maestros se ocultaron en Tula, para reunirse posteriormente al pie de los atlantes.
Debido a que Hernán Cortés envió a sus soldados en busca de estos maestros, sin obtener resultados positivos, empezaron a correr historias sobre los mismos, diciendo que estos maestros a los que se conocian como «naguales», se transformaban en lobos o coyotes, para atacar a las mujeres y poder comerse a los bebés. De esta manera, se pretendía que los campesinos no ayudasen a los «naguales». De ahí surgieron posteriormente todas las historias que hablaban del «Nagual» como un brujo que se convertía en Lobo o coyote en las mejores de la veces, adoptando también otras formas según las historias que han llegado hasta hoy.
De hecho, cuando el «Nagual» era capturado por los soldados de Hernán Cortés, no se rendia, luchando hasta la muerte, ya que preferían morir a caer en manos de la Santa inquisición. Lo que reforzaba las creencias de los Inquisidores al decir que esos indios estaban poseidos por los demonios, al preferir morir que entregarse.
De acuerdo con las tradiciones de los descendientes de estos «naguales», existen una serie de condicionantes que son de obligado cumplimiento para el «Nagual», estos son:
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- No responder con la violencia aún en defensa propia, salvo en caso de vida o muerte.
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- No afectarse por los insultos, pues sólo las acciones pueden afectar.
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- Atender a las personas que acudan pidiendo ayuda, sin pedir nada a cambio.
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- Lo importante es la intención, perseverar siempre en la acción.
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- Defender la justicia, sin venganza.
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- Propiciar siempre la paz.
Existen otros fragmentos referentes al Nagual, a continuación, exponemos una pequeña selección del libro The Rule of the Nagual, de Carlos Castaneda.
«El poder que gobierna el destino de todas las criaturas vivientes se llama: El Águila, no porque sea un águila o tenga nada que ver con un águila, sino que para el visionario aparece como un águila negra inmensa, de pié, como la águilas se paran, su altura llegando al infinito.»
«El Águila, aquel poder que gobierna los destinos de todas las criaturas vivientes, es el reflejo y al mismo tiempo contiene todos los seres vivientes.»
«Con el propósito de guiar a las criaturas hacia la ventana, El Águila creó El Nagual. El Nagual es una criatura dual a quien «el plan» ha sido revelado. Así sea en la forma de un animal, una planta, o cualquier otra cosa viviente, El Nagual por virtud de su doble existencia está siempre destinado a buscar la ventana.»
Otras definiciones y aspectos referentes al Nahual lo encontramos en el personaje de D. Juan Matus, descrito por Carlos Castaneda, en el libro «Pases Magicos», de donde exponemos un extracto.
«En cierta oportunidad, interrogué a don Juan acerca de algo que desde hacía tiempo me venía preocupando. Él había afirmado que los brujos del antiguo México descubrieron los pases mágicos, que constituían una especie de tesoro oculto en las profundidades del tiempo para que el hombre lo pudiera descubrir. Quería saber quién ocultaba algo así para que el ser humano lo encontrara. La única idea que me podía formar al respecto provenía del catolicismo. Pensé que ese «alguien» podía ser Dios, o un ángel de la guarda, o el Espíritu Santo.
—No es el Espíritu Santo—me dijo don Juan—, que sólo es santo para ti porque secretamente eres católico. Y por cierto que no es Dios el padre benévolo que tú imaginas cuando utilizas el término «Dios». Tampoco es una diosa, una madre que nutre al hombre y lo cuida, como muchos creen. Es más bien una fuerza impersonal que dispone de infinitas posibilidades para ofrecer a quienes se atreven a buscarlas. Es una fuerza en el universo, como la luz o la gravedad. Es un factor aglutinante, una fuerza vibratoria que reúne el conglomerado de campos energéticos que son los seres humanos en una sola unidad, concisa y coherente. Esa fuerza vibratoria es el factor que impide la entrada o salida de energía de la esfera lumínosa.
«Los brujos del antiguo México—prosiguió—creían que la ejecución de sus pases mágicos era el único factor que preparaba y conducía el cuerpo hacia la corroboración trascendental de la existencia de dicha fuerza aglutinadora.
A partir de las explicaciones de don Juan llegué a la conclusión de que la fuerza vibratoria de que hablaba, esa fuerza que aglutina nuestros campos de energía, es aparentemente similar a lo que los astrónomos de la modernidad creen que sucede en el núcleo de todas las galaxias que existen en el cosmos. La teoría es que, en el núcleo o centro de esas galaxias, una fuerza de incalculable potencia mantiene en su sitio las estrellas que conforman cada galaxia. Esa fuerza, denominada «agujero negro», es una interpretación teórica que parecería ofrecer la explicación más razonable de por qué las estrellas no se dispersan, impulsadas por su propia velocidad de rotación.
DonJuan decía que los antiguos brujos sabían que los seres humanos, considerados como conglomerados de campos energéticos, deben su cohesión no a una envoltura o a ligamentos energéticos, sino a una vibración que mantiene, a un tiempo, la unión y la vida. Don Juan explicaba que esos brujos, gracias a sus prácticas y su disciplina, se volvían capaces de manejar esa fuerza vibratoria, una vez que tomaban plena conciencia de ella. La pericia en ese manejo se volvió tan extraordinaria, que sus acciones se transformaron en leyendas, en hechos mitológicos que sólo existían como fábulas. Por ejemplo, una de las historias que don Juan contaba sobre los brujos de la antiguedad decía que eran capaces de disolver su masa física con sólo poner el total de su conciencia y de su intento en esa fuerza.
DonJuan afirmaba que, a pesar de que eran capaces de pasar por el ojo de una aguja si lo consideraban necesario, nunca llegaron a sentirse del todo satisfechos con los resultados de esa maniobra de disolución de su masa. El motivo de su descontento era que, una vez que la masa había sido disuelta, su capacidad de actuar desaparecía. Sólo les quedaba la alternativa de ser testigos de hechos en los que les resultaba imposible participar. La consiguiente frustración, consecuencia de quedar incapacitados para la acción, se convirtió, según don Juan, en la falla que los condenaría: su obsesión por descubrir la naturaleza de esa fuerza vibratoria, una obsesión nacida a partir de ser concretos, hacía que desearan poder retener y controlar esa fuerza. Su deseo ferviente era lograr ese control a partir de una condición fantasmagórica, carente de masa física. Algo que, según don Juan, era imposible de lograr.
Los practicantes de nuestros días, herederos culturales de aquellos brujos de la antiguedad, optaron, una vez descubierta la imposibilidad de manejar la fuerza vibratoria a partir de una posición concreta y utilitaria, por la única alternativa racional: tomar conciencia de esa fuerza sin buscar otro propósito que la elegancia y bienestar que brinda el conocimiento. «
Como conclusión, deberemos de entender al «Nahual» como al maestro de los aprendices de brujo y chamanes, el que transmitirá a éstos, las enseñanzas recogidas durante cientos de generaciones.